16 de diciembre de 2013

Solía contarme todo sobre ella. Nunca supo explicarme como se metió en su vida, pero acostumbraba repetir que ella le había regalado un mundo. Se paseaba altanera por los rincones de su hogar, tocaba los libros de su biblioteca, tomaba su café, se acostaba en su cama y nunca pareció importarle. Nunca se le ocurrió pensar que algo de lo que hacia esa mujer estaba mal.
Siempre se levantaba y caminaba desnuda hasta la puerta de la habitación. Lo miraba y no podía descifrar que significaba ese mirar. Sus ojos reflejaban ternura, amor, pena, desprecio, resignación, tristeza... Ella lo miraba y el pensaba que sentía mas de lo que nadie podía imaginar. Nunca pude entender.
Sus visitas se hicieron mas pausadas, mas cortas y menos risueñas. Hace unas semanas desapareció. Se llevo sus discos, su ropa y la almohada con la solía dormir. Le dejo una agenda vieja en la que anotaba frases de libros que leía cuando estaban juntos, guardaba los saquitos de té secos, la rosa que le regalo la noche que canto en el bar y ella lo fue a ver, dos fotos que se sacaron una tarde, las entradas del cine al que iban todos los miércoles, una servilleta que dibujo mientras desayunaban... Le dejo todos y cada uno de sus recuerdos, pero se llevo lo mejor de el. La vida de mi amigo se fue con esa mujer.

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